
Encerrada en una habitación de hotel en Sídney a finales de mayo, Ella Yelich-O'Connor –Lorde empezaba a hablar de Virgin, su cuarto álbum. Un álbum que rejuvenece, lanzado más de una década después de que empezara a crear música… El viernes pasado se estrenaba Virgin; hoy en Mondesign, después de pasarnos estos últimos días escuchando en loop, crudo y primitivo, Virgin de Lorde –Cambio en flux
Cuando Yelich-O'Connor intenta describir Virgin, se encuentra a si misma buscando entre palabras: viva, una máxima vitalidad. La sensación que se apoderó de ella mientras escribía esta colección de canciones crudas y febriles, cuyos ritmos se muestran evidentemente anclados a su cuerpo. La misma que le hizo usar su iPhone para grabar el video del primer sencillo de Virgin, «What Was That».
¿Qué la hace sentir tan viva?: "La presencia del riesgo. Ser verdaderamente vulnerable y aceptar lo que pueda venir. Y no intentar tenerlo todo bajo control".
Durante 12 años ha estado creando música públicamente y reuniendo seguidores con una intimidad que se entrelaza con universalidad. "Pienso en cuánto aprendo de personas y artistas que no fingen tenerlo todo bajo control y que nos dejan verlos arruinarlo todo", explica. "Creo que quieren ver este momento de mi vida. Lo mejor que podría ofrecerle a ese grupo de personas que han invertido tanto en mí es mostrarles mi vulnerabilidad, ¿entendés?"
“Entendés?” aparece como un mantra cautivador en las palabras de Yelich-O'Connor, que te trae a su mundo incluso cuando es uno con el que no estás familiarizado. Como la experiencia de ser dos veces ganadora de los Grammy con nueve mil millones de reproducciones en Spotify. –Una cifra inimaginable para una adolescente de Devonport, en la curva más alejada de la costa norte de Auckland, cuyo primer sencillo de estudio, «Royals», se convirtió en un himno para quienes también somos de fuera. Cuatro álbumes después, y la joven de 28 años, es una artista de los confines de la tierra, arraigada y con un cuerpo de trabajo que es completamente suyo.
"No puedo creer que me haya convertido en otra persona, en alguien más parecido a mí misma", canta en «Man Of The Year», la canción del álbum que más la enorgullece. También hay vulnerabilidad en el modo en que se ha abierto a hablar sobre la relación desordenada que ha tenido con su cuerpo, que alcanzó su punto álgido con el lanzamiento de Solar Power en 2021. "Piensas: 'Dios mío, si mi cuerpo tuviera esta forma en lugar de esta, sería impensable’”, "Pero cuando mantienes tu cuerpo pequeño, no se trata solo de una pequeñez física. Realmente limitó increíblemente mi vida y mi creatividad".
Mirando hacia atrás, había "una cualidad anémica en mi fuerza vital", dice. "Tenía tanto miedo de que si me dejaba llevar por completo, me convertiría en algo desagradable, peligroso”, "Creo que muchas mujeres sienten esto". Y hay alegría en superarlo, en abrazarse a su feminidad como escuchamos en «GRWM». Hay intensidad en «Clearblue», una canción sobre la espera de los resultados de una prueba de embarazo, dolor en «Broken Glass» que refleja las formas en que castigaba su cuerpo, y catarsis en «Favourite Daughter», que documenta su relación con su madre. Abordó el álbum, no con un concepto sobreintelectualizado, sino con fisicalidad.
“Tenía que funcionar en mi cuerpo”. El resultado es “mucho más realista”, “No elijo lo que sale de mí. Hubo momentos al hacer este álbum en los que deseaba que fuera más suave, más refinado, menos directo. Pensaba: ¿tenemos que escribir sobre cómo me sentí cuando me miré al espejo esos dos años en los que simplemente conté todo lo que comía? ¿Tenemos que hacerlo?”, “Creo que si necesitaba que esa canción existiera, y no existe, entonces es mi deber intentar hacerla, ¿Entendés? Aunque me resulte incómodo”.
Su miedo, en todo este proceso de creación y destrucción, era que la persona que emergiera no fuera la persona que la gente quería escuchar… «Man Of The Year» nace de ese lugar. "Estaba sentada en mi cama, a punto de dormirme, y escribí: '¿Quién me amará así?'", "Al encontrarme plenamente conmigo misma, voy a perder a algunas personas... Tenía mucho miedo de adónde me llevaría eso, pero en cierto modo decidí que no tenía otra opción".
Yelich-O'Connor escribió Virgin después de su ruptura con el ejecutivo de un sello discográfico, Justin Warren. En ese momento, estaba en un proceso que ella llama "exudar" y "extenderse", rompiendo sus barreras autoimpuestas. "Era la primera vez que estaba soltera siendo adulta", "Es tan genial y mágico cuando dejas salir todo tu pánico, que a alguien le guste eso, ¿Entendés?”. Ella ve Virgin , con todo su "retorcimiento y complejidad", y su enfoque en la sexualidad y el cuerpo, a través de una lente igualmente optimista. "Soy totalmente consciente de que mucho de lo que traigo es incómodo", "Presiona en estos lugares que simplemente hacen que todos se sientan diferentes. A algunas personas les encanta, a algunas personas les repugna, ¿Entendês? Y estoy bien con eso".
"Ahora veo que, al ser una figura pública, tienes la responsabilidad de dejar que las cosas fluyan, de dejar que la gente te vea como un espejo, y todo lleva tiempo. No tengo prisa", concluye. "Voy a largo plazo".
El cambio es la única constante, y Lorde sabe que la documentación del mismo es todo lo que tenemos. La transitoriedad de la música también es su poder de permanencia. Es refugio, uno al que nos aferramos en distintos momentos de nuestra vida, cuando más lo necesitamos. Tal vez solo valga la pena hacer algo si sabemos que no va a durar…
Fotografía: Dan Jackson; Estilismo: Christine Centenera; via https://www.vogue.com.au/





























